Donna me prega

Este blog se declara católico, tal vez con cierto aire estoico. Defiende la simplicidad, el silencio y la contemplación.
Quiere ofrecer reflexiones, opiniones y lecturas a personas atentas a la vida del espíritu y de la cultura.

viernes, 25 de agosto de 2017

Da pacem, Domine.



Apparizione di Cristo a porte chiuse,
Duccio di Boninsegna (1308-1311)

Pacem relinquo vobis, pacem meam do vobis; non quomodo mundus dat, ego do vobis. Non turbetur cor vestrum nec formidet” (Ioh. 14, 27)


Vuelvo a recorrer las calles conmocionadas, a ratos ralentizadas, en que un día antes me sorprendieron carreras repentinas y persianas de negocios súbitamente bajadas. Deambulo de nuevo en busca de una salida que distienda el peso del horror sin dejarse apresar ni por la melancolía ni por la indignación. Al silencio sobrecogedor que sigue a los gritos y a los nervios sólo puede sobrepasarlo una palabra que esté -y que venga- más allá de él. Y de la que carezco, a tientas.

martes, 15 de agosto de 2017

Stilnovismo claravalense.



Apparizione della Vergine a San Bernardo,
Filippino Lippi (1482-1486)

Entre esos detalles que azuzan la curiosidad intelectual de cada cual, hasta ahora parecía no haber encontrado la ocasión de aclararme por qué Rémi Brague, antes de emprender sus grandes ciclos de obras filosóficas, había organizado en 1990 un seminario sobre San Bernardo y la filosofía. En su contribución el autor de La sabiduría del mundo advertía que el debelador de Pedro Abelardo y de Gilberto de La Porrée, en apariencia tan poco amigo de la dialéctica, había afrontado el imperativo socrático de conocerse a sí mismo, aunque con un matiz singular: desvió su atención del verbo a su sujeto. El abad de Claraval habría cuestionado el “sí mismo” de los filósofos. Al orgullo de la divinización filosófica habría opuesto la humildad de la verdad en que uno se mueve. Concluía así Brague refiriéndose a la postura de san Bernardo: “El modelo de «sí» subyacente es el de una pura situación en la urgencia de una acción, de un puro límite del mundo, esencialmente frágil porque está constantemente amenazado hasta en su estatus de ser”.

viernes, 4 de agosto de 2017

La fuerza del silencio.



San Bruno y sus compañeros se encaminan a la Chartreuse,
Manuel Bayeu y Subías (2º mitad siglo XVIII)

El silencio no es el exilio de la Palabra. Es el amor de la Palabra única. La abundancia de palabras, por el contrario, es el síntoma de la duda. La incredulidad siempre es charlatana” (Cardenal Robert Sarah, La fuerza del silencio).


Emprendo con ciertos escrúpulos esta reseña de La fuerza del silencio (Madrid, 2017), el nuevo libro del Cardenal Robert Sarah (1945), Prefecto de la Congregación para el Culturo Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con el periodista Nicolas Diat. El Cardenal Sarah, de quien el papa emérito Benedicto XVI, en el epilogo a la edición inglesa, ha elogiado su tarea al frente de la Congregación, ha escrito un formidable alegato espiritual en favor del silencio frente a la dictadura del ruido en la sociedad actual, la cual advierte en aquel un enemigo tanto más temible por invencible en su propia naturaleza.